Desde que El Salvador aprobó la Ley Bitcoin se han generado muchas opiniones. Algunos aseguran que es una excelente medida para el desarrollo de la economía nacional, mientras que otros no están de acuerdo y postulan que los riesgos son inminentes y que los inversores y usuarios de estas monedas podrían verse seriamente afectados.
En cuanto a este tema, Tobias Adrian, quien es Asesor Financiero y Director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del Fondo Monetario Internacional, junto a Rhoda Brown, Asesor Jurídico y Director de Departamento Legal han hecho una publicación que comenta que la moneda digital tiene el potencial de convertiré en un medio de pago mucho más barato y rápido que las alternativas actuales.
Que se utilicen criptomonedas en el futuro para transacciones habituales puede promover las finanzas inclusivas, podría mejorar la capacidad anti-riesgo de los proveedores de servicios y la competencia demás de facilitar el uso para que los usuarios envíen remesas transfronterizas, un objetivo similar al que persigue El Salvador.
Esto, en un plano ideal, es bastante interesante y positivo. Pero ponerlo en práctica no es tan fácil como parece. Para que esto sea posible es indispensable que se pongan en marcha decisiones políticas importantes y muy difíciles que le darán cabida a las criptomonedas en las regulaciones. Esto no quiere decir que las criptomonedas se adapten a las regulaciones existentes sino que las regulaciones se adapten a las criptomonedas generando leyes que cubran en su totalidad el espectro de la moneda digital.
Pero esto, se desarrolla únicamente en el plano ideal del uso de criptomonedas. En el plano real, algunos países están dispuestos a tomar atajos y utilizar criptomonedas como monedas nacionales, tal es el caso de El Salvador. Y si bien podemos encontrar diferentes bondades en el uso de criptomonedas, los riesgos son más altos que los beneficios que se pueden obtener.
Entre más estable sea una economía, más exitosa es. Por ello es que los reguladores buscan asegurarse de que las opciones que tienen los usuarios sean los bastante aptas para que su dinero no se devalúe, la inflación no afecte la calidad de vida de las personas y el poder adquisitivo se mantengan.
Esto es lo que sucede, o lo que suele suceder con las monedas fiduciarias, ahora, con las criptomonedas, el asunto es distinto. Las criptomonedas son por naturaleza fluctuantes. Aunque esta característica llegue a ser interesante porque puede hacer que una persona se enriquezca con facilidad, también podría hacer que pierda todo.
Un claro ejemplo es el de bitcoin que durante este año alcanzó un pico de 65.000 dólares en el mes de abril y poco después su valor disminuyó por debajo de la mitad. Si lo miramos desde este punto, los inversores han perdido más de la mitad de su capital en un periodo corto, pero no todo está perdido pues bitcoin sigue vivo.
Bitcoin sigue operando y las posibilidades de crecimiento están presentes. Esto tiene que ver con que las criptomonedas como bitcoin son interesantes para personas que desean hacer transacciones rápidas y con algunos beneficios como el anonimato. Esto último es un tanto contraproducente pues si bien pueden ser utilizadas las criptomonedas para el bien, también podrían utilizarse para realizar estafas, lavado de dinero u otras actividades criminales.
La economía puede verse afectada por diferentes factores. Cuando entidades bancarias y el propio estado son los encargados de gestionar estos asuntos, puede controlarse, prevenirse y hasta solucionarse si se aplican las estrategias adecuadas, pero con las criptomonedas es todo incierto.
Si bien el uso de criptomonedas es mucho más grande en la actualidad que hace algunos años, ningún país depende enteramente del uso de esta criptomoneda y de ninguna otra. Lo usual es que los ciudadanos utilicen la moneda nacional y decidan invertir en criptomonedas como opción de inversión a largo plazo y no como una alternativa para pagar servicios, comprar alimentos o ropa.
En caso de que una criptomoneda como bitcoin llegue a utilizarse ampliamente, la estabilidad macroeconómica se verá afectada. Imaginemos que un país acepta bitcoin como una moneda de curso legal y se pueden pagar bienes y servicios con las dos monedas y se deben pagar los impuestos sobre la renta y los precios se están cotizando en las dos monedas. En estos casos es imposible no hacer los cambios, y el riesgo para el fisco es alto pues los pagos de impuestos podrían ser menores de lo correcto si se hacen por adelantado o demasiado altos e impagables para los ciudadanos.
Por lo cual, si se aceptara bitcoin como una moneda de curso legal, los conflictos como la volatilidad, el anonimato y lo descentralizado se reflejarán en la economía nacional. Afectando así el poder adquisitivo, estabilidad y seguridad de los usuarios.
Fuente: Finance Sina
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